Reafilado en el emplazamiento
Los dos cabrestantes, uno a babor y otro a estribor, se utilizan para controlar el remolque de los paravanes que controlan el despliegue en el agua de los equipos de adquisición de datos de prospección sísmica. Se remolcan desde la cubierta ocho cables marinos para hidrófonos de hasta 8 km de longitud con un cable de fibra especial por los costados del buque. Cada uno de los cabrestantes tiene un tambor de freno de fundición de 1,7 m de diámetro y 200 mm de anchura. Ambos habían sufrido daños y presentaban grandes estrías y zonas endurecidas. Debido a la dureza se descartó el mecanizado de un solo punto y la deposición de metales, mientras que el remecanizado no eran una opción debido a la composición del material de base.
Una vez a bordo, el equipo de Metalock instaló una de sus unidades de reafilado portátiles, apoyada sobre una estructura especial para garantizar que las líneas centrales de la reafiladora y del tambor dispusieran de un punto de referencia común y garantizar así un acabado óptimo. Se giró lentamente el tambor mediante accionamientos hidráulicos de cabrestante. Una vez completada la labor en el primer tambor, se trasladó la instalación de rectificado al segundo tambor para repetir la operación. Dos equipos de Metalock formados por dos personas trabajaron 24 horas durante dos días para retirar 4 mm de diámetro de cada tambor y limpiar las superficies.
Mientras se realizaban estos trabajos, Veritas instaló nuevos materiales de frenado más gruesos en las bandas de freno para compensar los diámetros ligeramente más pequeños de los tambores y restituir las holguras originales. Cuando se volvieron a montar, se comprobaron los frenos del cabrestante y, según afirmó uno de los ingenieros de Veritas, «estaban como nuevos». El coste de las obras supuso una parte del gasto de sustitución y se llevaron a cabo dentro del plazo y el presupuesto asignados.